La intimidad de la línea en el espacio público
La calle, la imagen, la placa en la casa esperando las hojas de papel venideras. La intimidad de la línea frente a los ojos de lo público, el grito encuentra oídos y se asienta en la memoria de aquellos que son testigos. Las paredes enmarcan las imágenes en el laberinto de las calles, se encuentran con las avenidas y transeúntes mientras los carros pasan. Pero ¿qué significa realmente la intimidad de esta línea frente a los ojos de lo público? La colectividad se construye a partir de una suma de individualidades; valiéndome entonces del uso de un símil: la individualidad es una línea, y una sumatoria de líneas forman una trama que a su vez construyen una mancha y un tono. Una trama es entonces una colectividad; estas colectividades de tonos generan una imagen, en nuestro caso un grabado.
¿Y si juntamos distintos grabados con un eje conceptual en el espacio público? Cada grabado es una individualidad y dispuestos uno al lado del otro pasan a ser una línea en sí mismos, cada intersección forma una mancha, y en conjunto crean una nueva imagen. Estas “líneas” no son ajenas las unas a las otras y se entrecruzan generando una trama, si esta se amplifica, empieza a construir un tejido. Cuando el tejido es dispuesto en el espacio público, se transforma en una piel que abriga de revolución y denuncia las grises y afanadas calles de Bogotá. Una piel humana, con una profundidad tonal que invita a observar y reflexionar, una piel que invita a tejernos en sociedad como tramas de colectividad y no líneas de individualidad.
La intimidad de la línea frente a los ojos de lo público es entonces una suma de colectividades que, frente al espectador y lo público, empieza a ser trama en el espacio, deja de ser línea para ser conformada como una piel que, en su intimidad con lo público, que invita a tejer en sociedad, a dejar de lado la apatía y la indiferencia que socava las luchas sociales y ocasiona que las personas en condiciones económicamente privilegiadas soslayen las luchas de las minorías. Colombia es un país que requiere memoria, y las imágenes nos ayudan a recordar, a resignificar y a entender de dónde venimos para poder adoptar una postura sobre ¿qué es lo que queremos como sociedad? ¿Qué es lo que queremos como colectivo y no como individuo? ¿Qué es lo que buscamos como tramas y no como líneas?